La reconversión del “Made in Tierra del Fuego” y cuál es el plan B de la industria para sobrevivir

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Mientras la industria de la electrónica en Tierra del Fuego se recupera de la pandemia, comienza a tomar fuerza la construcción de un nuevo polo tecnológico basado en software.

Después de un año con poca demanda y una capacidad de producción limitada por los protocolos y el distanciamiento, que incluyó dos cierres totales, las industrias radicadas en Tierra del Fuego apuestan a un repunte de la producción.

Lo cierto es que además, de la actividad habitual de las plantas de ensamblaje y fabricación de artículos electrónicos, se espera que este año finalmente puedan materializarse algunos de los anuncios asociados al proyecto de construir un polo tecnológico en territorio austral.

Stand by
Federico Hellemeyer, presidente de la Asociación de Fábricas Argentinas de Terminales Electrónicas (AFARTE), explica que el año pasado la industria fueguina comenzó el año con la enorme necesidad de que el consumo se dinamice para sobreponerse de un 2019 que fue el peor año de los últimos 10, en términos de producción y demanda.

La pandemia terminó de complicar, un escenario con grandes dificultades que se tradujo en la fabricación de 6,3 millones de celulares (la más baja de los últimos 14 años), contra los 7,5 millones producidos en 2019 y los 12 millones que salieron de la Isla en 2010.

La producción de televisores siguió una lógica similar y registró 2 millones de unidades, igual que el año anterior, pero un millón menos que los fabricados en un año normal.

“El año pasado verificamos restricciones en la oferta y en la demanda. No pudimos producir y la gente no compró, a pesar de los rumores de mayores ventas, que pudo haber sido un fenómeno en los segmentos de mayor poder adquisitivo, pero que no se verificó en los números”, explica Hellemeyer.

Con las plantas trabajando de manera ininterrumpida desde octubre, el sector espera poder fabricar 7,2 millones de teléfonos móviles y 2,2 millones de TV este año.

Sobre la producción de computadoras no hay datos, porque prácticamente dejaron de fabricarse desde la eliminación de los aranceles de importación en 2017, que mató el incentivo para hacerlo localmente, en una apuesta que buscaba bajar los precios y resultó en una oferta de productos muy acotada y a valores totalmente dolarizados.

Juan Ignacio García, secretario de Industria y Promoción Económica de Tierra del Fuego, agrega que el sector arrastra muchos años de caída. No obstante, en 2020, pese a las complicaciones que trajo la pandemia, el panorama general terminó siendo relativamente bueno.

“Ya en el segundo semestre empezaron a normalizarse las condiciones, incluso se dieron buenos niveles de empleo pese al contexto, y ahora hay una leve tendencia a la recuperación”, agrega.

El repunte de la industria estará condicionado por el escenario sanitario, la recuperación del mercado interno y la evolución del salario real que impactará en la demanda.

“El tipo de cambio está relativamente amesetado y la mayor parte de los insumos son importados. En ese sentido, hay un escenario de cierta estabilidad, habrá que ver qué pasa con la inflación. Este año seguramente sea mejor que el 2019 y el 2020, pero para que el sector se recupere hay que esperar que se consolide el crecimiento del salario real”, estima.

Plan B
La isla cuenta hoy con 29 empresas de electrónica que dan empleo a 8.000 trabajadores de manera directa y 2.500 de forma indirecta. Pero no están trabajando al ritmo de otros años y no todas están plenamente operativas.

El Gobierno acaba de darle “una mano” al sector al firmar un acuerdo para la estabilidad de precios y el ingreso de los celulares a Ahora 12, pero busca ansiosamente un Plan B para que no dependa sólo de la electrónica.

El objetivo a corto plazo es recuperar los niveles de producción anteriores a 2019 y hay expectativas de que se renueve el subrégimen de Producción Industrial, que vence en 2023 y que permitió la creación de este polo electrónico que fabrica el 94% de los teléfonos celulares, televisores, aires acondicionados, microondas y electrónica para automóviles que se usan en el país.

Nicolas Falcone, gerente de Digital Fueguina, afirma que la extensión del sistema es necesaria, pero deberá estar acompañada de políticas nacionales que incluyan entre otros temas la revisión de los impuestos internos para la importación de componentes que amenazaron la continuidad de las fábricas hace unos meses.

En febrero, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, recorrió las plantas fueguinas para conocer la capacidad instalada, en vistas de la posible actualización del régimen de beneficios, al que probablemente se incorporen algunos cambios.

Además, reafirmó la intención de ampliar la matriz productiva con la creación de un polo tecnológico que incentive la industria del conocimiento y el desarrollo de software.

El mensaje es claro: “Vender servicios que no tengan costos de transporte es un factor clave para el desarrollo, considerando que Tierra del Fuego está ubicada a 3.000 km de distancia de los principales centros de consumo y además es una Isla, lo que dificulta y encarece la logística todavía más”, agrega García.

Para eso, es central que las empresas se radiquen allí, además de atraer talentos. “Cerca del 50% del empleo formal viene de fábricas del subrégimen industrial y el 70% de la electrónica. Es una gran oportunidad para avanzar en otros nichos en los que hoy no tenemos presencia, porque el régimen de promoción no los abarca y nuestras industrias pueden complementarse con nuevas capacidades”, señala.

Y agrega: “No entendemos esto como una matriz productiva que se abandona para tomar un perfil diferente, sino para incorporar nuevos sectores en su perfil productivo”.

José María Louzao Andrade, vicepresidente de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI), asegura que Río Grande y Ushuaia tienen universidades con carreras de informática y tecnología, y además existe un subsector de videojuegos que está muy desarrollado.

“La industria del software en Argentina es muy potente, pero está más orientada a soluciones de Inteligencia Artificial, Machine Learning y análisis de datos, lo que se llama software blando”, afirma.

Y añade: “No hay un gran desarrollo de software embebido y para que eso pase necesitás que coincidan desarrolladores de software con ingenieros electrónicos. Esa es la gran posibilidad que tiene Tierra del Fuego”.

Por su parte, Walter Salama, CEO de Bitpatagonia, firma que tiene datacenters de blockchain en la Isla desde 2017, destaca que la provincia tiene recursos humanos en materia de tecnología, sistemas, robótica y electrónica formados, en muchos casos, en Japón, China y Corea del Sur.

Además, existe una tradición: las compañías también invierten en profesionales, y la firma acaba de cerrar un cupo de becas junto a organismos provinciales para la formación en blockchain.

Qué tan cerca está el nuevo Polo
Globant fue de las primeras en dar el paso. En diciembre de 2020 anunció un desembolso de $600 millones en tres años para el desarrollo de un plan de formación tecnológica que incluye la creación de un equipo de 120 profesionales y 200 becas para enseñar a programar.

En los próximos días, comienzan los primeros 50 seleccionados del programa Acamica, que cursarán por los próximos ocho meses.

“Lo fundamental para nosotros era ‘preparar la tierra y sembrar’, ahora hay que empezar a desarrollar la comunidad de IT local y tratar de generar un espacio donde podamos establecernos”, confía Mauricio Salvatierra, Talent Development Center Manager de Globant.

Por el momento, el unicornio está trabajando en definir las bases para encarar la construcción del Polo Tecnológico. Sin embargo, para Andrade la principal limitación tiene que ver con que todavía no se sabe cómo será el trabajo en los próximos cinco años.

“Se está hablando de armar un polo geográfico y ya hay algunas empresas comprometidas a radicarse allí. La duda es si se necesitarán 100.000 metros cuadrados o 10.000. ¿Cómo se va a producir? Todo lo que tiene que ver con software para dispositivos va a requerir que haya presencialidad”, agrega.

Para el ejecutivo de Digital Fueguina es complicado que tareas que pueden ser realizadas desde cualquier lugar del mundo sean geolocalizadas en la isla. “Será difícil contratar recursos de valor que quieran radicarse en Tierra del Fuego, considerando que el background y expertise de los trabajadores actuales está netamente orientado a la industria electrónica y poco tiene que ver con desarrollo de software”.

Para Andrade es necesario empezar a hablar de un tejido productivo complementario con todos los sectores y estimular el crecimiento de las industrias paralelas: “Si yo estoy al lado de la industria del ensamblado y no crece, no va a requerir mis servicios. Pero si yo crezco, ellos también van a mejorar”.

Salama se mostró muy entusiasta con el proyecto y alienta la llegada de nuevas empresas y la migración de trabajadores desde otras provincias.

“Nosotros apostamos a Tierra del Fuego desde 2017 y hay muchas compañías de tecnología de punta que demandan personal. No solo ellas, las empresas que las proveen también. La pandemia puede nublar un poco la vista, pero el Gobierno hace todo lo posible para generar las condiciones requeridas para seguir invirtiendo”, enfatiza.

En principio el proyecto es prometedor y la incursión de empresas de software en el mundo de la electrónica podría darle nuevos bríos a un sector que viene arrastrando una crisis desde hace algunos años. Habrá que esperar que pase la tormenta de la pandemia y ver cuántas de estas promesas se materializan finalmente.

Por Sol Drincovich / IproUP

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